Hola me llamo Rubén, y me gustaría contaros mi historia a través de esta oración que escribí un día en medio de la desesperación....

 

"Querido Dios Jehová:

 

                Ya sé que he hablado mucho de este tema contigo. La vez que más se ha quedado marcada en mi memoria es aquel día en que yo sólo era un niño y grité desesperado que me ayudaras. Yo quería que te manifestaras de algún modo visible, que si te importaba, me dieras una señal. Esa señal visible no la he visto aún, pero he visto otras que creo han sido más duraderas que la ya mencionada.

 

               Jehová, tú sabes bien que sólo me atraen los hombres. Llevo toda mi vida luchando contra esto. Rogándote que me dieras fuerzas para cambiar. Dios mío, no puedo evitarlo. Oro y oro, me arrepiento y me vuelvo a arrepentir, pero sigo igual. ¿Por qué?

 

             Al principio, cuando no veía resultados inmediatos, pensé en el suicidio. Y la verdad es que no puedo negar que no lo intenté. Simplemente supe que debía cambiar, que tenía que hacerlo por Ti, y por qué no, por mí también. Empecé a tomarme más en serio la verdad, Tu verdad. Mi estudio de la Biblia se hizo regular gracias a J.A. y mi latente deseo se aletargó por un tiempo, aunque no por mucho.

 

            La masturbación ha sido algo que nunca he podido llegar a controlar. Yo escuchaba en las reuniones y leía en las publicaciones de la Sociedad que debía confesárselo a un hermano responsable. Después de muchos años de leer y escuchar esto, me atreví a hacerlo de una vez. Fue al finalizar una reunión. La verdad es que yo no esperaba que tuviera el valor para hacerlo, pero parecía que mis palabras de confesión habían cobrado vida y se negaban a quedar inpronunciadas. Una vez que las hube soltado, me quedé muy sereno y satisfecho. Pensé: "Ya he arreglado mi vida". Pero estaba muy equivocado. Vale, en un principio me sirvió para tomarme más en serio mi lucha, pero tras haber tratado el tema con el anciano, ya no volvió a preguntarme más del tema. Yo creía que seguiría tanteándome de vez en cuando e intentando profundizar en el tema. Pero no fue así. Pasaron los meses y el problema de la masturbación volvió.

 

            Al poco tiempo llegaron tres artículos de la revista Despertad que hablaba de la homosexualidad. Creí que con estos se me acabarían mis sufrimientos, y bueno, sí, me ayudaron a ver desde un punto de vista más realista el tema, pero no me hicieron cambiar.

 

           Todavía no se lo he contado a ningún ser humano, sólo a ti, Jehová. Eres el Mejor Oyente del mundo, ¿qué digo? de la galaxia. Gracias por escucharme a lo largo de todos estos años, gracias por consolarme mediante tu esclavo, gracias por tu comprensión y bondad inmerecida. Yo no sé si en este sistema podré cambiar mi apetencia sexual, pero lo que sí sé es que no le voy a dar el gustazo a tu enemigo de que se aproveche de mí. Seguiré luchando, no me rendiré. Si caigo, me volveré a levantar. No quiero comer de su bandeja, solo quiero comer de la tuya. Por favor, ayúdame a tener esto siempre así de claro, Señor mío, Amigo mío...

 

          Esta carta te la hago llegar si es tu voluntad a través del único mediador que nos has provisto: tu hijo Cristo Jesús. Amén."

 

           Hace 15 años de esta carta. Estuve a punto de acabar con mi vida muchas veces y hoy en día padezco TLP (Trastorno Límite de la Personalidad). Ese ha sido el precio que he tenido que pagar por servir al dios de la Watchtower: el dios del servilismo y de la falta de amor. Eso me hizo ver que no iba por buen camino. Aunque desde la cuna me habían inculcado que la homosexualidad era un pecado terrible, hubo algo que me hizo cambiar de opinión. Me empecé a preguntar: ¿Si hemos nacido homosexuales, qué culpa tenemos nosotros de eso? Si Dios es amor, ¿porque le iba a negar a los homosexuales el llevar vidas dignas? ¿Si dentro del plan de Dios estuvo la poligamia, por qué no lo iba a estar la homosexualidad? Sí, razonar las cosas es muy importante. Por eso animo a todo aquel que haya cedido su propia conciencia de las cosas a una religión a que se replantee su posición y se pregunte: ¿Qué es más lógico? ¿Aceptar a un hijo como es si no hace mal a nadie o condenarlo a una vida de sufrimiento por unas ideas religiosas que nuestro corazón nos dicta que no son las más amorosas ni cristianas?

 

Un fuerte abrazo a todos los que se hayan sentido identificados con esta carta.

 

    Rubén

Testimonio de Rubén.

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